Disputar el Rose Bowl en Pasadena, California debe ser un honor para los equipos que son invitados a este tradicional choque, pero para Ohio State, al menos este año, significó una afrenta porque en esta ocasión se quedaron fuera de las semifinales del fútbol americano colegial, mismas que disputarán Alabama, Cincinnati, Georgia y Michigan.

El programa que comanda Ryan Day tuvo uno de los mejores mariscales de campo de la nación en C.J. Stroud, quien fue de los contendientes al Trofeo Heisman, pero las dos derrotas que sufrieron en el año, primero ante Oregon en casa y luego ante Michigan les impidió pelear por el título nacional.

Los Buckeyes habían perdido muy temprano en la campaña ante los Ducks y eso les daba tiempo para recuperarse, pero en su tradicional choque ante los Wolverines cayeron 42-27, fueron superados en todas las facetas del juego y la victoria una semana antes contra Michigan State, en el que habían dado un golpe de autoridad (56-7) de poco sirvió para un programa que ya estaba acostumbrándose, al menos, a las semifinales.

Enfrente tendrán a los Utah Utes, equipo que tuvo un año redondo al coronarse en el Pac-12 y, de paso, frustar las ilusiones de Oregon al superarlos de forma contundente dos veces en un lapso de tres semanas.

En el primer duelo de la temporada, cuando los Ducks llegaban como el N°3 de la nación, los Utes les pusieron freno al superarlos 38-7 en casa detrás de las tres anotaciones de su corredor Tavion Thomas y una gran labor de la defensiva que, al medio tiempo, ya gozaba de una ventaja de 28 puntos.

Oregon tendría su revancha unas semanas después, con el título del Pac-12 en juego, pero nuevamente Utah no dejó ningún cabo suelto al imponerse 38-10 para celebrar rodeados de confeti y rosas.

Los Buckeyes parten como favoritos por 4.5 puntos y será su experiencia en este tipo de instancias, además de la calidad en sus jugadores, lo que les permitirá cerrar el año en nota alta.